Jugador dos
(Fragmento)
(Fragmento)
Para Gordon Freeman
I
Cuando
salió la noticia del tipo que se murió por jugar Diablo III durante tres días seguidos, todo el mundo se sorprendió
de que no me afectara. “Se murió pero del tedio por semejante bodrio”. Sí me
afectó, en cambio, cuando tras las masacres de Columbine y Virginia Tech,
prohibieron la venta de varios shooters
decentes acusados de “sembrar violencia gratuita en las mentes de la juventud
americana”. Harris y Klebold usaron Tec-9 y Hi-Point 995 supuestamente porque
eran fans acérrimos de la serie Quake.
Seung-Hui se inclinó por dos pistolas pequeñas (Glock 19 y Walther P22)
posiblemente influenciado por Counter-Strike
o por Hitman: Contracts. Si yo
hiciera una masacre sólo llevaría un arma y no habría ninguna duda sobre el
videojuego que me influenciaría. En efecto y como todo el mundo sabe, le debo a
Doom mi obsesión precoz por las
escopetas, pasión que he reencontrado en otros escenarios como el western y el
cine negro. Para adquirirla tocaba quitársela a uno de esos sargentos calvos,
al puro principio del juego, cuatro tiros de pistola y listo, de aquí en
adelante me las arreglo solo. Había otras armas mucho más poderosas:
ametralladoras, lanzacohetes, incluso pistolas de plasma, pero nada valía tanto
como la escopeta, y si era de doble cañón, ni le digo. Cuando jugaba con mi
hermano no dejaba de reprocharme: “Para qué cree que pusieron el resto de armas
¿de adorno? ¿No ve que se matan más rápido con plasma?”. Pero para mí usar bien
la escopeta era algo más que un mero requisito del juego, era un alarde de
habilidad, todo un tour de force. La
estética de la muerte que me ofrecía no la conseguía con ninguna otra
herramienta. Aquel pum, chic chic resuena todo el tiempo en mi cabeza y hoy en
día continúo usando la onomatopeya para
indicar que estoy en mis límites de tolerancia y mantener a raya al agresor de
turno, aunque a veces la gente se queda mirándome raro, como sin entender.
Ignorantes. La mayoría de los villanos humanos y algunos monstruos de tamaño
igual se podían matar con un solo disparo de escopeta, a veces incluso, si uno
los sorprendía alineados, daba de baja a dos y hasta tres parroquianos de una
sola. También valía como unidad de medida: “Ese villano es fuerte, me tomó tres
escopetazos matarlo”. Si se suele decir que el reloj es a lo que aspiran todas
las máquinas, yo digo lo propio de la escopeta con respecto a las demás armas.
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarEn el modo multiplayer de halo ce yo era Main pistola mientras los enemigos tenian francotiradores o rifles de asalto
ResponderBorrarAmigo Deivis es lo mejor que he leído desde hace mucho tiempo,me hizo recordar las épocas del chuzo de play :`)
ResponderBorrarUfff, que bonito artículo, que nostálgico y que recuerdos; gracias amigo por este joyita.
ResponderBorrarEl peruano. Tenia una camiseta con dos banderas, una de Colombia y otra de Perú.
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